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"El diablo no descansa": Historia del cura casado que se atrevió a enfrentarse a la iglesia.

José Antonio Fernández tiene 74 años y es un cura casado. Es un hombre menudo, de pelo canoso y ojos inteligentes que miran con expresión distraída através de sus gafas. Hace tres meses acudió al Tribunal Europeo de derechos humanos en Estrasburgo para denunciar la injusticia que se cometió con él cuando fue despedido en 1997 como profesor de religión, al hacerse pública su situación por una fotografía en un acto del Movimiento Pro Celibato Opcional publicada en un diario murciano.

José Antonio ejerció de sacerdote durante 23 años, desempeñando su cargo con ilusión, gusto y responsabilidad, cualidades por las que se define en todas sus actividades cotidianas. Siempre tuvo clara su vocación. Si no hubiera sido cura o profesor, confiesa que quizás habría sido periodista o cualquier profesión relacionada con la comunicación.

Actualmente está jubilado, pero apenas tiene tiempo libre. En la biblioteca donde nos encontramos lee a invidentes dos días a la semana, esta misma mañana viene de hablar en la radio y da cursos de formación del voluntariado en la Cruz Roja, la institución que mejor se adapta a su manera de pensar y sentir, porque “El voluntario es una persona que llega donde nunca llegan las leyes, los políticos o autoridades, es un comodín que está donde más falta hace y trabaja sin pedir nada a cambio, sin pasar factura y sin esperar que le den las gracias. El voluntario no espera que le paguen nada y por eso mismo hace cosas que no se pagan con dinero”

La iglesia no son los curas, la iglesia son las personas.

El admirar tanto esa capacidad de sacrificio fue lo que lo enamoró de su mujer, además de su sencillez, su ternura y su generosidad. Por ello, pidió una dispensa papal para poder casarse. Fue una época dura, abandonó el sacerdocio en la cincuentena tras muchos años y trabajó en una fábrica de conservas mientras se sacaba la carrera de Filología Clásica. 

Una vez titulado, su amigo, el entonces obispo de Cartagena le llamó y le dijo: "¿Por qué no trabajas de profesor de Religión? Necesitamos gente como tú", y él aceptó la propuesta. Era 1991 y José Antonio ya llevaba seis años casado y tenía cinco hijos, pero aún no le habían concedido la dispensa, que le llegó casi a la vez que el despido, en 1997, cuando ya llevaba impartiendo clases de religión siete años. 


Un año antes, sin más pretensiones que reunirse con unos amigos y sus familias un día de campo, había acudido invitado por unos compañeros a una
reunión del Movimiento Pro Celibato Opcional.Ahí fue cuando el diario murciano La Verdad publicó un artículo sobre el movimiento con su fotografía, publicación de la que tuvo conocimiento por un alumno que le interrumpió en clase para decirle: “Es usted muy importante, he visto su foto en el periódico”.

Como comenta, “el diablo no descansa”, y posteriormente, el obispado de Cartagena informó al Ministerio de Educación de su intención de no renovarle el contrato para el curso 1997-1998. Le retiraron la Declaración Eclesiástica de Idoneidad, imprescindible para dar clase de Religión.

La razón que daban era que algunos padres podían sentirse ofendidos de que un cura casado diera clases de religión. José Antonio lo resume así, “Aquello a alguien debió de sentarle muy mal y lo consideró como un grave delito, yo no podía seguir siendo profesor por el hecho de haber asistido a una reunión. No sé para quién fue un motivo de escándalo, todo el mundo lo sabía, mis amigos, los padres y alumnos, siempre me presentaba como un cura casado y todos me conocían. ¿Quién tenía que enterarse? Todavía sigo sin entenderlo”..
El obispado y todo el mundo conocía su situación, pero el hecho de hacerla pública en la prensa propició que la Iglesia decidiera despedirlo, a pesar de que al haber pedido la dispensa del celibato había roto totalmente con el clero, por lo que considera que aquello fue una grave intromisión en su vida privada.

“Consideré que aquello era una invasión de mis derechos humanos, puesto que tengo derecho a asistir a cualquier reunión como ciudadano y derecho a opinar. Se estaban violando cuatro artículos de la constitución española, el 14, 16, 18 y 20 y ante este abuso hice una reclamación”.

José Antonio lleva quince años luchando en los tribunales.

Su primera sentencia fue favorable porque lo presentó como un trabajador al que habíandespedido injustamente y ganó el juicio. Después, La Iglesia apeló al Tribunal Superior de Justicia de Murcia acusándole de utilizar aquella fotografía para hacer publicidad y proselitismo de su condición de cura casado. Esta vez perdió, según él “los jueces en muchos momentos no pueden prescindir de su ideología, y basados en esa ideología orientan los juicios y dejan las leyes a un lado.”

Entonces acudió al Tribunal Constitucional, pero fue peor allí. “Elaboraron todo un trabajo de teología sobre el escándalo, incluso haciendo partidario a Jesucristo de la pena de muerte, porque utilizan una frase de él en la que dice que los escandalosos, más les valiera que les ataran a unas ruedas de molino y los arrojaran al mar”. No fue un juicio justo en absoluto, opina, incluso asistió un abogado del Obispado de Barcelona, que en circunstancias normales debería haberse quedado sin votar o declarar su voto nulo.

Únicamente dos de los magistrados le defendieron en su lesión de derechos humanos, al igual que el ministerio fiscal. Aún así, la mayoría de votos en contra le hicieron perder el juicio.

No es la primera vez que ocurren casos así. Según los acuerdos de 1979 entre España y la Santa Sede, el Estado español es quien contrata a los
profesores de Religión, pero solo entre aquellos que tienen el beneplácito de los obispos, un trato que ha causado ya varios juicios y millones de euros en
indemnizaciones, mayormente pagadas por el Estado.

La Iglesia ya tuvo su escándalo correspondiente con Concepción Galera, una profesora de religión católica de un colegio público en Almería despedida en 2001 por casarse por lo civil con un divorciado, pero finalmente ella ganó su juicio. Fernández opina que si el tribunal hubiera estado formado por esos mismos magistrados que la atendieron a ella, posiblemente hubiera ganado el caso, porque, “eran jueces que trabajaban más de acuerdo con la ley que con los sentimientos”

Ante esto decidió recurrir como medida drástica al Tribunal de Estrasburgo y considera que el admitir su demanda ya es un triunfo, ya que allí
normalmente a nivel internacional solo aceptan el 5% de las solicitudes. Declara que le parece extraño que fuera el Ministerio de Educación quien defendiera a la Iglesia en el juicio, y que la jerarquía se presentara en manos de cuatro abogados del gobierno.

“El abogado que defendió a la Iglesia Católica lo hizo con mucha elocuencia, todo lo que dijo me pareció interesante, pero no era yo, estaba juzgando a otra persona”, argumenta. Le acusan de mantener una posición contraria a la religión que se había obligado a enseñar, presentando el Movimiento Pro Celibato como subversivo, cuya opinión sobre el aborto, el divorcio y el sexo son incompatibles con la doctrina de la Iglesia.

“Fue increíble, fueron acusaciones tan sumamente comprometidas y serias que incluso el juez dijo que para hacerlas debían presentar pruebas, pero eso es imposible. Estoy convencido de que nunca jamás podrán encontrar una frase o un escrito que demuestre que yo he ido contra la iglesia católica”.

Lo más duro para él de este proceso ha sido que personas que le han conocido perfectamente y que saben la línea que lleva la iglesia Católica, a pesar de apreciarle y ser amigos suyos, como el obispo, se han callado y no han dicho una sola palabra en su defensa por no hablar en contra de otras autoridades superiores.

Sin embargo, José Antonio Fernández no es capaz de soltar una mala palabra contra nadie, destaca por su extraordinaria humanidad. Lo que más
satisfacción le produce es ayudar a la gente. Cuenta que los nueve años que estuvo de misionero en Ecuador han sido los mejores de su vida, porque cumplióhasta la saciedad la ilusión de trabajar con la gente pobre, marginada y sencilla. Sobre todo siente la satisfacción de haber ejercido su labor como creía que debía ser la iglesia, precisamente porque siempre ha mirado las cosas con optimismo y siempre ha luchado por no acomodarse al espíritu de involución de aquel tiempo, que aún se respira actualmente. “Me sentía pionero de un cambio que la iglesia necesitaba, ya que a nivel universal había un movimiento de empuje de que las cosas no podían seguir igual”.

Cuando le pregunto si se sintió respaldado al tomar la decisión de cambiar de vida, me responde que con sus verdaderos amigos sí, a pesar de que
otros le consideren un desertor. “¡Cuidado, no confundamos!”, alza las manos. “No intentamos crear otra iglesia o crear una paralela, queremos que se
purifique esta y que sepa escuchar la voz del pueblo,
más cercana, que se olvide de tanta ceremonia rimbombante, que son espectáculos y no un recuerdo de la cena del señor”.

La iglesia se entiende de diferentes maneras. Le pido que la defina en tres palabras y responde “Pueblo de Dios”. Le pregunto si cree que predica con el
ejemplo y me responde que sí, pero me aclara que la verdadera iglesia son organizaciones como Cáritas o los misioneros, que los quicos, el Opus Dei o el
movimiento pro celibato sólo son corrientes de pensamiento, y que “La iglesia tampoco son los curas, algunos son como sepulcros blanqueados, no son lo que aparentan, Jesús no era cura, era un laico, un hombre del pueblo, de hecho atacó a los sacerdotes y por eso se lo quitaron de en medio. La
iglesia somos tú y yo, son las personas, pero sobre todo los que realmente construyen los templos y las iglesias son los pobres, dos monedas de una mujer pobre valen más que cien billetes de un señor rico”.

José Antonio cree que la Iglesia falla en humildad y en las jerarquías, que tiene que actualizarse, romper barreras, innovar y evolucionar continuamente, al igual que el sistema educativo actual, que necesita reformas, evolucionar en las técnicas de estudio y en la motivación de los alumnos, ser sensibles a la sociedad y adaptarse. Cree que cada generación crea sus propios líderes, sus propios problemas, y los líderes que
van a solucionar esos problemas.

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Todas las religiones merecen respeto y ninguna tiene la verdad.

Le hablo de temas polémicos. Sobre la actitud de la iglesia ante los abusos de pederastia denunciados recientemente afirma que se están tomando
medidas, pero que “lo peor es esconder la cabeza bajo el ala”. Cree que en el aborto las mujeres son las más perjudicadas y las que más sufren cuando pierden a un hijo, pero que negarse al aborto radicalmente es ir demasiado lejos, “no puede uno cerrarse en banda porque hay circunstancias especiales en cada caso”.

Tiene en muy alta estima a la mujer, que no es valorada como se merece, “las mujeres son importantísimas, son muy relevantes en la historia y están presentes en los datos más importantes, fueron incluso los primeros testigos de la resurrección, en un futuro no muy lejano nadie se planteará si las mujeres pueden ser sacerdotes o no”.

Me mira seriamente y dice “El fundamentalismo es el mayor peligro que está haciendo decaer la sociedad, el principal valor debe ser el respeto”. Esa máxima la aplica a todo, también al matrimonio y la adopción homosexual; “El matrimonio no se fundamenta en el sexo ni en la procreación, el fin es el amor, hacer feliz a otra persona, compartir la ilusión y la vida con esa persona, lo que vale reside en el fondo y el corazón de cada cual”. 

Sobre el divorcio le cuesta más dar su opinión porque ve como un fracaso la separación de una pareja, y cree que por las relaciones hay que luchar, pero claro, dice, “hay que respetarlo, cada persona es un mundo, no voy a pegarles un tiro por eso ni a echarles de la iglesia, muchas veces las cosas se sacan de quicio, hay mucha hipocresía y básicamente ante todo hay que ser humanos.”

Cuando le hablo de eutanasia me explica que a su parecer el concepto ya es erróneo, porque en griego significa buena muerte, y que no hay una buena
muerte porque nadie quiere morir, pero que “hay que diferenciar entre matar y morir. Es un concepto condicionado por lo social. Una muerte que se pide
voluntariamente, por piedad, para ahorrar el sufrimiento, no es mata
r, no hacerlo sería masoquismo, no matas a esa persona, la ayudas y haces que no sufra”.

Su visión de la vida, el mundo y la religión en particular no es la que suelen tener los curas. Considera que los profesores de religión deben ser ante
todo personas competentes, que los obispos no diferencian entre formación religiosa y catequesis, y que la catequesis es buena, pero no precisamente
adecuada. Sin embargo no cree útil eliminar la asignatura de las escuelas, porque la religión no estorba, está presente en todos los rincones y campos de la vidae invade muchos aspectos de la sociedad, debería darse como algo cultural y con respeto a los que no quieren practicar ninguna religión. 

Su opinión se resumeen que “todas las religiones merecen respeto y ninguna tiene la verdad, la verdad es el bien, compartir la fe, no imponerla”. Por eso aclara que la Biblia contiene datos históricos pero no es historia, y es algo muy diferente. “¿Tú crees que Adán y Eva existieron realmente? No
sé yo, ¿te imaginas a Dios como la imagen que lo han pintado, vestido de hortelano, con pantalones cortos, arremangándose la camisa para hacer figuras de barro y así crear el mundo?, ríe, y añade “Pero la ciencia tampoco puede explicarlo todo, los mitos y leyendas forman parte de la historia. Cada uno es libre detener su teoría y su visión de cómo ocurrieron las cosas. Hay tantas cabezas como criterios, no hay que perder de vista la utopía”.

La utopía es algo imprescindible en la vida de José Antonio. Si tuviera que pedir tres deseos al genio de la lámpara serían vivir siempre en la ilusión y
vivir en positivo, pero sobre todo vivir en un mundo de utopía. Es una persona que vive con intensidad cada momento y siempre ha hecho lo que creía que
debía hacer. Sólo mira hacia el pasado para recordar las cosas que le han dado vida y no se arrepiente de nada.

"Para combatir el mal y la necesidad necesitamos mucho, pero sobretodo fe. Hay que tener fe en esta vida, la vida no merece la pena vivirla sin ilusión, sin amar o hacer felices a los demás, por eso sigo siendo optimista, hago mía la frase de Juan XXIII, ningún pesimista ha sido ni es útil al mundo, veo las cosas con ilusión porque vivo en un mundo de utopía y pienso que las cosas pueden ser mejores”

Que José Antonio Fernández sea un soñador y viva en un mundo de utopía no significa que no esté muy metido en el mundo real y que no esté
enterado de temas mundanos y cercanos a todos. Le gusta mucho el fútbol, jugar más que verlo, es del Murcia pero prefería cuando estaba en 3ª División
porque dice que los domingos le da muchos disgustos. Le encanta leer, sobre todo en el rato libre en que su mujer prepara la comida, una de sus tentaciones.

No se ha leído El Código Da-Vinci porque dice que tanta publicidad le quitó las ganas, pero comenta que aunque toda esa palabrería fuera verdad, el romance entre Jesús y la Magdalena no restaría valor al mensaje del evangelio, y admite haberse leído todos los libros de Ken Follet, un escritor extraordinario.

También le gusta la música, la naturaleza, el cine... Hablando de películas que tratan sobre el cristianismo, La Pasión de Cristo le parece excesiva y cruel, ya
que no hay persona que pueda soportar ese calvario de torturas y que al fin y al cabo Jesús es un hombre, habría muerto mucho antes.

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De Ágora opina que es una crítica y una metáfora de la sociedad actual, de ese fanatismo y fundamentalismo que lo estropea todo, porque explica que “lo que ocurre es que la sociedad evoluciona, pero los defectos de siempre se mantienen, los pecados capitales, la avaricia, la ambición o el odio”.

Ahora José Antonio está esperando la sentencia definitiva, “en un proceso de desesperación” que sin embargo no le resta fuerzas y ganas de luchar por
lo que cree.

A este respecto, le preguntó qué opina sobre la inhabilitación del Juez Garzón por las escuchas ilegales y me dice que “los jueces, además de ser jueces, deben ser magnánimos, la magnanimidad y la generosidad están por encima de las leyes. Por el trabajo que Garzón ha hecho por España, pienso que debían haber tenido con él cierta condescendencia y actuar con la magnanimidad con la que actúa una persona grande, que se considera en buena posición, ilustre . Aunque tengan leyes que justifiquen que ha cometido un delito por las escuchas, es mayor el bien que ha hecho. Intentaba descubrir quienes eran los corruptos para que la ley los juzgara, sin embargo estos corruptos le han juzgado a él”.

A pesar de todo esto sigue creyendo en la justicia, aún siendo lenta, merece todo su respeto, como cuenta. Siempre cree en la justicia y en las personas,
pero muchas veces están condicionadas por su nivel cultural o social y se equivocan. “Yo trato de decirles que conmigo se han equivocado, que es lo único que me queda. Por mi forma de ser y por mis convicciones nunca he dejado la pastoral, porque me considero un cristiano militante, defensor y difusor delevangelio, así he vivido y sigo viviendo. Lo que decida el Tribunal de Estrasburgo lo aceptaré, si falla en contra mía lo lamentaré, pero también diré que se ha juzgado a otra persona”.

En pocas palabras, José Antonio Fernández es un realista y un idealista, un señor con espíritu de niño, un cura que no es cura…Los
polos opuestos se atraen, pero sea del lado que sea hay algo que es fundamentalmente y por encima de todo. Humano.

7 pecados capitales

Mi mayor defecto es - La vanidad.

La única tentación que no logro vencer es-Comer bien, comer de todo.

Le daría una buena hostia a...- A nadie.

Lo que más odia en el mundo- La mentira.

Sin duda, lo peor que se le puede hacer a alguien es...-Maltratarlo o humillarlo.
Me arrepiento de… - De no haber estado en el momento oportuno cuando me han necesitado.

Vendería mi alma al diablo si...- No la vendería,  el alma vale mucho y el diablo no tiene valor suficiente para conquistarla.

Un chiste malo que siempre me hace reír es...– Cualquier chiste con mala sombra.

10 mandamientos

Una virtud – La honestidad

Un hobby- La lectura

Una película- La misión

Un lema- La vida no merece la pena vivirla si no es consagrada a un ideal grande.

Un héroe – Vicente Ferrer y Teresa de Calcuta. Para mí un héroe no es el que da la vida en un momento de entusiasmo, sino que la da en el día a día, poco a poco.

Lo que valora más en una persona-La sinceridad

Un lugar- La naturaleza, el campo.

Una pasión- Amar, pero amar entendiéndose como un servicio a los demás.

Un recuerdo de la infancia: Cualquier recuerdo con mi grupo de tres amigos de la infancia, éramos vecinos, amigos y seguimos manteniendo esa amistad hasta ahora.

 Un sueño- Otra iglesia es posible.